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Presentación del libro «A vueltas con las pensiones»

RESÚMEN DE LA INTERVENCIÓN DE JOSÉ ANTONIO HERCE EN EL ACTO DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO “A VUELTAS CON LAS PENSIONES”

Todos los sistemas de pensiones de los países que las tienen (la gran mayoría de ellos) se encuentran hoy sometidos a tensiones por causas diversas pero que pueden resumirse en el aumento de la longevidad de las personas en casi todo el mundo y los cambios que se están produciendo en el sistema de trabajo, al cual están asociados los sistemas de pensiones, en especial los públicos. Esas tensiones vienen causadas por problemas que pueden agruparse en tres categorías: sostenibilidad, insuficiencia de las prestaciones y cobertura de las mismas.

En España, el aumento de la longevidad se disparó a partir de los años cincuenta y aún en los últimos decenios es muy acelerado (es el periodo denominado del “baby boom”). Así, en 1980 llegaban a los 75 años de edad el 63% de una generación, a los 85 años lo hacía el 28% y a los 95 el 4%, mientras que en 2015 esos porcentajes se habían elevado al 86%, 52% y 11% respectivamente, poniendo de manifiesto un desfase creciente entre las duraciones  de las etapas de cotización y de percepción de rentas del sistema. Las cohortes del “baby boom” están próximas a la jubilación y ello elevará la tensión sobre el equilibrio financiero de nuestro sistema.

La evolución es similar en todos los territorios de España aunque con diferencias. En Andalucía, la población de 65 años y más suponía en 1980 alrededor del 10% de la total y en 2018 el 17%, porcentajes ligeramente inferiores a los de la media de España, por encima del 11% y del 19%, respectivamente. Otra forma de exponer esa evolución, la edad media del conjunto de la población, también deja claro lo que está ocurriendo: en 1980 era de 31,5 años frente a los 41,1 de 2018, algo menos de dos puntos por debajo de las edades medias del total de España.

En cuanto a los cambios que se vienen produciendo en el sistema de trabajo, pueden señalarse las nuevas formas de relaciones laborales, el avance del trabajo autónomo y otras modificaciones derivadas de la revolución tecnológica y digital en el conjunto de la economía, aspectos que se verán potenciados en un futuro inmediato con el avance de la robotización.

La gran crisis iniciada en 2007 tuvo un importante impacto sobre la evolución de la relación entre cotizantes (trabajadores afiliados) y receptores de prestaciones (pensionistas) en España, de tal forma que si en 2002 esa relación era de 2,1 y creció hasta el año 2007 a 2,3, en los seis años de crisis bajó a 1,8 y en los cuatro siguientes solo ha conseguido recuperar una décima, recuperación menor que la que se dio en el número de ocupados, lo que apunta a las dificultades de sostenibilidad del sistema.

Andalucía tiene una situación de mayor debilidad que la media de España en cuanto a sus características de participación en el sistema: menor número de activos y afiliados por población en edad laboral, relación de afiliados por pensionista algo más alta, edad efectiva de jubilación más baja, menos tiempo de cotización y cotizaciones, salarios y pensión media de jubilación en las nuevas altas por debajo de las medias nacionales.

Respecto de la valoración que se hace de la situación actual del sistema de Seguridad Social, el autor afirma que no hay ningún tipo de discriminación ni por géneros, edades o pertenencia territorial; si acaso, añade, el formato actual favorece a las mujeres, quiénes cotizan por bases más bajas entre ellos los autónomos y quiénes cotizan por menos tiempo, mientras que en el ámbito territorial, hay un efecto de solidaridad entre las comunidades de menor edad media hacia las más envejecidas, como consecuencia de que las perspectivas de evolución del sistema hacen difícil el mantenimiento futuro de las prestaciones que se dan a los pensionistas actuales.

Por otro lado, se pusieron de manifiesto algunas consecuencias de las normas actuales como que, de media, la Seguridad Social ha devuelto en doce años a los pensionistas todas las cotizaciones aportadas mientras que la esperanza de vida a los 65 años es de casi 20 (convirtiendo así a nuestro modelo en uno de los más generosos de todo el mundo); igualmente, la mejor pensión en relación con la cantidad cotizada es la mínima, los pobres subsidian la pensión de los ricos (como consecuencia de la mayor esperanza de vida al momento de jubilarse de los segundos que de los primeros) y los solteros hacen lo mismo con las parejas (en función de que las mujeres de éstas pueden percibir pensiones de viudedad).

En relación con el futuro, José Antonio Herce consideró lógica la ansiedad despertada en estos tiempos por la sostenibilidad del sistema en su formato actual, dadas las mínimas modificaciones introducidas en el sistema en los últimos años pese a la profundidad de los cambios demográficos y laborales mencionados. Por ello, estimó urgente una reforma integral del sistema en el que pueden tomarse en consideración iniciativas como la renta mínima (con un diseño prudente), el impuesto negativo sobre la renta, los sistemas mixtos que combinen el de reparto (el actual de las pensiones públicas) y el de capitalización (el de las pensiones privadas) o los bonos públicos SeLFIES, promovidos en distintos países por un grupo de economistas entre los que se encuentra un premio Nobel del ramo y el propio autor del libro.