Según la estimación del Indicador Sintético de Actividad de Andalucía del Observatorio Económico de Andalucía (IOEA) correspondiente al tercer trimestre de 2024, la economía andaluza experimentó un crecimiento del 0,9 % respecto al trimestre anterior, similar al registrado por el conjunto nacional y una décima superior al del segundo trimestre del año.
El Observatorio Económico de Andalucía, con la colaboración de la Fundación Cámara, ha presentado el informe ‘Economía andaluza. Tercer trimestre de 2024’, que además incluye una estimación actualizada del crecimiento de la economía andaluza.
Estimación del crecimiento
Según la estimación del Indicador Sintético de Actividad de Andalucía del Observatorio Económico de Andalucía (IOEA) correspondiente al tercer trimestre de 2024, la economía andaluza experimentó un crecimiento del 0,9 % respecto al trimestre anterior, similar al registrado por el conjunto nacional y una décima superior al del segundo trimestre del año. Con este dato, la tasa interanual de crecimiento se situaría en torno al 3,4%, mismo crecimiento que para la economía española y siete décimas por encima de la registrada en el segundo trimestre de 2024. Esta evolución confirma la tendencia positiva de la actividad económica en Andalucía, que mantiene un ritmo de crecimiento sólido y sostenido durante los últimos cuatro trimestres.
Inflación y salarios
La evolución de la inflación en Andalucía durante el tercer trimestre de 2024 muestra una clara ten-dencia a la moderación, con una significativa reducción en las presiones inflacionarias. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el Índice de Precios al Consumo (IPC) en Andalucía registró un aumento interanual del 1,5% en octubre de 2024, tres décimas por debajo de la media nacional (1,8%), y significativamente inferior a las tasas observadas durante la primavera. Esta evolución confirma la tendencia a la moderación de los precios que se viene observando desde princi-pios de año, aunque algunos componentes mantienen cierta resistencia a la baja.
La inflación subyacente, que excluye los precios de alimentos no elaborados y productos energéticos, se situó en el 2,2% interanual en octubre, tres décimas por debajo de la media nacional. Esta diferencia entre la tasa general y la subyacente sugiere que los componentes más volátiles de la cesta, especialmente la energía o alimentos no elaborados, están contribuyendo a moderar la inflación general, mientras que las presiones en los componentes más estables, aunque también en descenso, mantienen un ritmo de moderación más gradual. La persistencia de la inflación subyacente por encima de la general sigue siendo un motivo de atención, aunque su diferencial se haya reducido significativamente respecto a trimestres anteriores.
Por componentes, destaca la notable moderación en los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas, que registraron un aumento del 1,3% interanual en septiembre, por debajo de la media nacional (1,8%) y significativamente inferior a las tasas observadas en trimestres anteriores. Esta evolución es especialmente relevante dado el peso de este componente en la cesta de consumo de los hogares andaluces y su impacto en los sectores de población más vulnerables. La moderación en los precios de los ali-mentos se ha visto favorecida por la normalización de las cadenas de suministro y la estabilización de los costes de producción agrícola.
Sin embargo, los precios relacionados con la vivienda mantienen presiones al alza más significativas, con un incremento del 4,1% en Andalucía, superando notablemente el 2,9% nacional. Este diferencial refleja tensiones específicas en el mercado inmobiliario andaluz, donde el precio medio del metro cuadrado de vivienda libre aumentó un 7,5% interanual en el segundo trimestre, por encima del incre-mento nacional del 5,7%. La presión sobre los precios de la vivienda se traslada también a los alqui-leres, contribuyendo a mantener elevada la inflación en este componente.
En el sector turístico, los precios mantienen una tendencia alcista que refleja la fortaleza de la demanda y la capacidad del sector para trasladar aumentos de costes. El índice de precios hoteleros registró un incremento del 6,3% en septiembre, mientras que la tarifa media diaria (ADR) en establecimientos hoteleros aumentó un 7% interanual, alcanzando los 124,1 euros. Los ingresos por habitación dispo-nible (RevPAR) crecieron un 9%, situándose en 92,9 euros, lo que sugiere una mejora en la rentabi-lidad del sector que combina incrementos de precios con mayores niveles de ocupación.
En cuanto a los salarios, el aumento salarial pactado en convenios colectivos en Andalucía se situó en el 2,87% en septiembre, ligeramente por debajo del 3,04% registrado a nivel nacional. Esta evolución de los salarios, combinada con la moderación de la inflación, sugiere una recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores andaluces en el tercer trimestre del año y en sintonía con la evolución nacional. Es destacable que, por primera vez en varios trimestres, el incremento salarial pactado supera con claridad a la tasa de inflación general, lo que implica ganancias reales de poder adquisitivo para los trabajadores cubiertos por convenios colectivos. No obstante, la heterogeneidad en la negociación colectiva implica que esta mejora no se distribuye de manera uniforme entre sectores y categorías profesionales, manteniéndose diferencias significativas en la evolución salarial según el ámbito de negociación y el sector de actividad.
El mercado de trabajo
El mercado laboral andaluz ha mostrado una evolución moderadamente positiva durante el tercer tri-mestre de 2024, combinando datos de ocupación EPA con una evolución favorable de la afiliación a la Seguridad Social. Según los datos de la EPA, Andalucía alcanzó un total de 3.503.400 ocupados en este periodo, lo que supone un aumento de 24.500 personas respecto al trimestre anterior (+0,70%).
Por grandes sectores, la EPA muestra que los servicios registraron un aumento de 55.500 empleos (+2,07%), alcanzando los 2.731.100 ocupados. Este dato se ve respaldado por los registros de afilia-ción, que muestran crecimientos significativos en hostelería (+4,1%), transporte y almacenamiento (+4,2%), y actividades administrativas y servicios auxiliares (+4,3%). Es particularmente relevante el comportamiento del sector educativo y sanitario, con incrementos en afiliación del 5,6% y 3,8% res-pectivamente, reflejando el impulso del empleo público (y del gasto) a través de la financiación de los servicios públicos fundamentales. Además, es destacable el dinamismo mostrado por sectores emer-gentes o en transformación, como las actividades de información y comunicaciones (+3,9%), que re-flejan la progresiva modernización del tejido productivo andaluz.
La industria mostró también una evolución positiva según la EPA, con un aumento de 3.600 ocupados (+1,18%), alcanzando los 312.000 empleados. Los datos de afiliación desagregan este comporta-miento, mostrando un crecimiento más dinámico en la industria manufacturera (+2,4%) que en las industrias extractivas (+0,6%), mientras que el suministro de energía experimenta una ligera contrac-ción (-0,8%).
Mientras, el sector de la construcción, que según la EPA perdió 5.600 empleos (-2,21%), muestra, sin embargo, un comportamiento más positivo en los datos de afiliación, con un crecimiento del 2,8% interanual, lo que podría indicar una mejora en la formalización del empleo en el sector en los últimos meses del tercer trimestre y en los inicios del cuarto.
Finalmente, el sector agrícola, que en la EPA registró una caída de 29.000 ocupados (-12,03%), mues-tra un comportamiento más favorable en términos de afiliación, con un crecimiento del 2,3% inter-anual, lo que sugiere que parte de la caída en la EPA podría estar relacionada con factores estacionales y rotación entre contratos.
Las perspectivas para los próximos meses, considerando tanto los datos EPA como los de afiliación, sugieren una continuidad en la creación de empleo, aunque posiblemente a ritmos más moderados, con especial dinamismo en los sectores más innovadores y de servicios avanzados.
Por el lado de la demanda
La demanda interna ha mantenido su papel como principal motor del crecimiento durante el tercer trimestre de 2024, mostrando una notable resiliencia en parte gracias al contexto de moderación de la inflación y a pesar de cierta incertidumbre económica global. Los diferentes componentes de la demanda presentan una evolución diferenciada, con especial fortaleza en el consumo privado y comportamientos más heterogéneos en la inversión.
El consumo privado muestra signos evidentes de fortaleza, como refleja el índice de comercio al por menor, que registró un crecimiento del 3,9% interanual en septiembre, superando el 3,6% nacional. Este dinamismo es particularmente significativo considerando el contexto de moderación de precios, lo que sugiere un incremento real en el volumen de ventas. Las ventas en grandes superficies muestran un dinamismo aún mayor, con un incremento del 7,1% interanual, muy por encima del 2,7% nacional.
La desagregación por tipo de productos muestra una evolución especialmente positiva en bienes de consumo duradero, como evidencia la matriculación de turismos, que continúa mostrando un comportamiento muy dinámico, con un aumento del 17,3% interanual en septiembre, superando el crecimiento nacional (16,6%). Este dato es particularmente relevante ya que refleja la disposición de los hogares a realizar compras de mayor valor, sugiriendo una mejora sostenida en la confianza de los consumidores y en sus expectativas económicas. La recuperación en este segmento podría estar relacionada con la liberación de demanda embalsada durante periodos anteriores, el consecuente aumento del ahorro y la mejora en las condiciones de financiación.
El consumo de servicios, especialmente en el sector turístico, mantiene un comportamiento positivo, aunque con ciertos matices. Los últimos datos disponibles muestran una estabilización en el número de viajeros en establecimientos hoteleros en septiembre (0,0% interanual), aunque con un incremento del 1,4% en las pernoctaciones, lo que sugiere una mayor duración media de las estancias. El grado de ocupación hotelera se situó en el 62,9%, manteniendo niveles elevados, aunque ligeramente inferiores a la media nacional (66,9%). Es destacable que el gasto medio diario por turista ha experimentado un incremento significativo, lo que compensa parcialmente la estabilización en el número de visitantes.
La inversión empresarial presenta signos mixtos, con comportamientos diferenciados según los componentes. La inversión en construcción no residencial muestra un fuerte repunte, como evidencia el incremento del 269,6% interanual en agosto en la superficie a construir según visados para uso no residencial. Este dato sugiere una mejora en las expectativas empresariales en el caso de consolidarse, aunque a menores ritmos, y para determinados sectores. No obstante, este indicador debe interpretarse con cautela dado el carácter volátil del mismo.
En el ámbito del comercio exterior, los datos más recientes muestran una ligera contracción de las exportaciones (-0,5% interanual en agosto) frente a un incremento significativo de las importaciones (12,9%). Esta evolución sugiere una contribución negativa del sector exterior al crecimiento regional, aunque el comportamiento de las exportaciones debe contextualizarse en un entorno de ralentización del comercio internacional, de la evolución de los precios y por la debilidad de algunos de los principales socios comerciales de Andalucía. El incremento de las importaciones podría estar relacionado con la fortaleza de la demanda interna y con efectos base en los precios de determinados productos importados.
Por el lado de la oferta
El panorama sectorial durante el tercer trimestre de 2024 muestra una clara heterogeneidad, con com-portamientos muy diferenciados entre sectores que reflejan tanto su distinta exposición a los factores de riesgo actuales como su capacidad de adaptación a los cambios estructurales en curso.
El sector industrial presenta señales mixtas. Por un lado, muestra debilidad en la producción, con una caída del 5,7% interanual en el índice de producción industrial en agosto, descenso más pronunciado que el observado a nivel nacional (-0,1%). Sin embargo, el empleo en el sector muestra mayor resistencia, con un incremento del 1,18% según la EPA y datos positivos en afiliación, especialmente en la industria manufacturera (+2,4%). El índice de cifra de negocios industrial también es positivo, con un crecimiento del 5,2% interanual en agosto, lo que sugiere que la caída en la producción podría estar más relacionada con ajustes de inventarios que con una debilidad estructural de la demanda.
En cuanto a la construcción, presenta igualmente señales contradictorias. Mientras que los datos de empleo EPA muestran una caída del 2,21% (-5.600 empleados), la afiliación registra un crecimiento del 2,8%, sugiriendo una posible formalización del empleo en el sector. La actividad muestra signos positivos, especialmente en obra no residencial, con un fuerte incremento en la superficie a construir según visados (269,6% interanual en agosto), y en el sector residencial libre, con un crecimiento del 21,6% en viviendas iniciadas. La licitación oficial también respalda esta evolución favorable (+42,4% en junio).
El sector servicios continúa siendo el más dinámico de la economía andaluza, como confirman tanto los datos de actividad como de empleo. La EPA registra un incremento de 55.500 empleados (+2,07%), respaldado por crecimientos significativos en la afiliación en sectores clave como educación (+5,6%), actividades profesionales (+4,9%), hostelería (+4,1%) y actividades administrativas (+4,3%). El índice de cifra de negocios del sector creció un 2,1% interanual en agosto, aunque ligeramente por debajo de la media nacional (2,8%).
Dentro del sector servicios, destaca especialmente el dinamismo del turismo, con mejoras significati-vas en los indicadores de rentabilidad hotelera: la tarifa media diaria aumentó un 7,0% interanual en septiembre y los ingresos por habitación disponible un 9,0%. Los servicios empresariales y tecnológicos también muestran un comportamiento muy positivo, como refleja el crecimiento en afiliación en actividades profesionales, científicas y técnicas (+4,9%) y en información y comunicaciones (+3,9%).
Por ramas específicas del sector servicios, destaca el fuerte crecimiento de las actividades artísticas y recreativas (+6,2% en afiliación), respaldado por el dinamismo del gasto en ocio. Las actividades inmobiliarias muestran también un comportamiento positivo (+4,7% en afiliación), mientras que los servicios financieros presentan una evolución más moderada (+0,7%), posiblemente afectados por el entorno de tipos de interés elevados.
Las perspectivas sectoriales para los próximos trimestres sugieren la continuidad de esta heterogeneidad, con un mayor dinamismo esperado en los servicios, especialmente en aquellos vinculados al tu-rismo y servicios avanzados. La construcción podría mantener su recuperación, especialmente en el segmento no residencial y obra pública, mientras que la industria seguirá enfrentando desafíos relacionados con los costes energéticos y la competencia internacional. El sector agrícola, por su parte, mantendrá su dependencia de las condiciones meteorológicas, aunque con perspectivas más favorables que en trimestres anteriores.
Previsiones
La economía mundial se encuentra en un punto de inflexión característico, donde la estabilización del crecimiento y la moderación de las presiones inflacionarias marcan el inicio de una nueva fase del ciclo económico. Las proyecciones para 2024 y 2025 sugieren un crecimiento global sostenido del 3,2% en ambos años, una tasa que, si bien refleja cierta resiliencia, se mantiene por debajo de los promedios históricos pre-pandemia y evidencia los desafíos estructurales que enfrenta la economía mundial.
Este escenario de crecimiento estable oculta dinámicas divergentes entre las principales economías y regiones. Mientras algunas áreas muestran una notable fortaleza, otras experimentan un ajuste más pronunciado, reflejando tanto factores cíclicos como estructurales. La evolución de la inflación global continúa siendo un elemento central del panorama económico, con una proyección de descenso desde el 6,7% en 2023 hasta el 5,8% en 2024 y el 4,3% en 2025. Esta trayectoria desinflacionaria, aunque positiva, está resultando más gradual de lo inicialmente anticipado, especialmente en el componente de servicios.
El comercio internacional ha mostrado una recuperación más vigorosa de lo esperado durante la primera mitad de 2024, impulsado por una combinación de factores, incluyendo una mayor demanda de importaciones estadounidense y un repunte en el comercio de las economías emergentes clave. Sin embargo, esta mejora se produce en un contexto de crecientes tensiones comerciales y una tendencia hacia la fragmentación de las cadenas globales de valor, lo que podría limitar su potencial de crecimiento futuro.
Todo esto se desarrolla bajo un contexto de flexibilización gradual de las condiciones financieras glo-bales. Los principales bancos centrales han iniciado o se preparan para comenzar ciclos de reducción de tipos de interés, respondiendo a la moderación de las presiones inflacionarias. Es por esto que los mercados financieros anticipan una relajación monetaria más agresiva de lo previsto hace unos meses, lo que está contribuyendo a una mejora en las condiciones de financiación, aunque manteniendo un nivel de restricción coherente con los objetivos de estabilidad de precios.
Respecto a las diferentes economías, la estadounidense continúa sorprendiendo positivamente, mostrando una capacidad de adaptación y recuperación que supera las expectativas iniciales. Las proyec-ciones apuntan a un crecimiento del 2,6% en 2024, moderándose hasta el 1,6% en 2025, tasas que reflejan un aterrizaje suave de la economía más grande del mundo. Todo ello con un mercado laboral que, aunque muestra signos de normalización, mantiene un dinamismo notable.
Este contexto es relevante dado que la política monetaria de la Reserva Federal se encuentra en un punto de inflexión, preparándose para iniciar un ciclo de reducción de tipos de interés en 2024, aunque seguramente matizado por las políticas que supuestamente se implementarán con la nueva administración Trump. Así pues, esta transición hacia una política monetaria menos restrictiva deberá ser cuida-dosamente calibrada para evitar reactivar presiones inflacionarias mientras se apoya la continuidad del crecimiento económico.
La economía china sigue atravesando un período de transformación significativa, con proyecciones de crecimiento del 4,9% para 2024 y 4,5% para 2025. Estas tasas, aunque sustanciales en comparación con las economías avanzadas, representan una moderación respecto a los ritmos de crecimiento históricos del país y reflejan los desafíos estructurales a los que se enfrenta la segunda economía mundial.
Así, el sector inmobiliario continúa siendo un foco de preocupación, con una corrección prolongada que afecta tanto a la confianza de los consumidores como a la estabilidad financiera. Las autoridades chinas han implementado medidas de apoyo, incluyendo un incremento del gasto público y una mayor emisión de bonos para gobiernos locales, pero mantienen un enfoque cauteloso para evitar exacerbar los desequilibrios existentes, como por ejemplo el de una demanda interna que aún muestra signos de debilidad y con un consumo privado que solo ha mejorado ligeramente a pesar de las medidas de estímulo.
Frente a esto, China se enfrenta a un entorno cada vez más complejo en lo que a su comercio interna-cional se refiere. Las tensiones tecnológicas y comerciales con Occidente continúan afectando a sec-tores estratégicos como los semiconductores y la automoción, siendo posiblemente más determinante la fuerte subida de aranceles previsto por Trump a las importaciones chinas. Sin embargo, el gobierno mantiene su apuesta por el desarrollo de capacidades tecnológicas propias, el aumento de la demanda interna y la modernización industrial.
La eurozona atraviesa un momento particularmente complejo en su ciclo económico, con un crecimiento previsto del 0,7% para 2024 que refleja tanto las secuelas de los shocks recientes como unos desafíos estructurales más profundos. Este modesto ritmo de expansión, que se espera se acelere hasta el 1,3% en 2025, esconde importantes divergencias entre los países miembros. Mientras algunos paí-ses, como España, mantienen un dinamismo notable con tasas cercanas al 3%, Alemania experimenta un estancamiento que lastra el crecimiento del conjunto del área. Francia e Italia, por su parte, muestran un comportamiento intermedio, con tasas de crecimiento moderadas que reflejan tanto fortalezas como vulnerabilidades específicas de sus respectivas economías.
En el epicentro de esta dinámica se encuentra el sector manufacturero europeo, que está siendo especialmente afectado por la debilidad de la demanda externa y los elevados costes energéticos, como evidencian los indicadores PMI que se mantienen en territorio contractivo para las principales economías del área. Esta debilidad industrial contrasta con un sector servicios más resiliente, aunque también muestra signos de moderación en los últimos meses. La heterogeneidad sectorial se suma así a la divergencia geográfica, configurando un panorama económico complejo que plantea importantes desa-fíos para la política económica común.
La inflación, aunque ha moderado su ritmo significativamente desde los máximos alcanzados en 2023, mantiene una persistencia preocupante en su componente subyacente, especialmente en servicios. Las proyecciones apuntan a que el índice general se situará en el 2,4% en 2024 y en el 2,1% en 2025, una trayectoria que, si bien se aproxima al objetivo del BCE, sigue requiriendo atención por parte de las autoridades monetarias.
El mercado laboral ha mostrado una notable resiliencia, manteniendo tasas de desempleo históricamente bajas en muchos países miembros. Sin embargo, esta fortaleza agregada oculta importantes desafíos estructurales, incluyendo la escasez de mano de obra cualificada en sectores clave y las dis-paridades regionales persistentes. La inmigración está jugando un papel cada vez más relevante en la dinámica laboral de varios países, contribuyendo tanto a aliviar cuellos de botella específicos como a sostener el crecimiento potencial en un contexto de envejecimiento poblacional.
Es en esta situación en la que el BCE inicia una fase de reducción de tipos tras su ciclo de endureci-miento más agresivo, manteniendo cautela ante posibles presiones inflacionarias persistentes. El desafío está en encontrar un equilibrio entre evitar una restricción excesiva y una relajación prematura. En el ámbito fiscal, la reactivación de las reglas europeas exigirá reducir la deuda pública en varios países, mientras se mantiene la inversión necesaria para la transición verde y digital, y la competitividad europea.
El contexto geopolítico añade capas adicionales de complejidad al panorama económico europeo. Las tensiones comerciales globales, la necesidad de asegurar cadenas de suministro estratégicas y los conflictos bélicos en curso están acelerando una reconfiguración del comercio internacional que tiene implicaciones particulares para una región tan integrada en los flujos comerciales globales como la eurozona. La necesidad de reforzar la autonomía estratégica europea, particularmente en sectores clave como la energía, los semiconductores o las tecnologías digitales, está impulsando nuevas políticas industriales que deberán implementarse sin comprometer los principios del mercado único. A esto habría que añadir las potenciales implicaciones para la UE del programa económico estadounidense bajo la nueva administración Trump. La amenaza de aranceles sobre las importaciones afectaría directamente a las exportaciones europeas y podría desencadenar una guerra comercial global. Además, la política de confrontación con China podría forzar a la UE a posicionarse entre sus dos principales socios comerciales, complicando su estrategia de autonomía estratégica.
En este contexto, las perspectivas para 2025 sugieren una recuperación gradual del crecimiento, aunque sujeta a riesgos significativos tanto al alza como a la baja. La capacidad de la eurozona para navegar exitosamente en esta coyuntura dependerá en gran medida de la efectividad de la coordinación de políticas entre los estados miembros, la implementación de reformas estructurales ambiciosas y la adaptación a un entorno global en rápida transformación.
La economía española mantiene un moderado dinamismo, destacando positivamente frente al resto de economías europeas, con previsiones de crecimiento optimistas para 2024. Este crecimiento se sustenta en la recuperación del consumo privado, impulsado por el empleo, la moderación inflacionaria y la mejora del poder adquisitivo, junto con un consumo público expansivo. Sin embargo, la inversión muestra señales preocupantes, especialmente en construcción y equipamiento, lo que podría lastrar el crecimiento futuro. Sectorialmente, mientras los servicios y las actividades profesionales muestran fortaleza, la industria manufacturera y la construcción presentan debilidad. El sector exterior continúa siendo un pilar fundamental, demostrando la competitividad y diversificación de la economía española tanto geográfica como sectorialmente.
Las perspectivas para 2025 apuntan a una moderación del crecimiento hasta el 2,2%, en un contexto donde varios factores cobrarán especial relevancia. La necesidad de consolidación fiscal, en el marco de las nuevas reglas presupuestarias europeas, podría moderar el impulso del sector público. Al mismo tiempo, la esperada normalización de la política monetaria debería contribuir a mejorar las condiciones financieras, potencialmente estimulando la inversión privada.
Los fondos Next Generation EU representan una oportunidad crucial para impulsar la transformación estructural de la economía española. Su despliegue, aunque más lento de lo inicialmente previsto, debería acelerar en los próximos trimestres, contribuyendo especialmente a la digitalización y la transición ecológica. La efectividad en la ejecución de estos fondos será determinante para fortalecer el potencial de crecimiento a medio plazo.
En este contexto, se prevé que el mercado laboral mantendrá su comportamiento positivo durante los próximos trimestres, aunque con una tendencia hacia la moderación. La creación de empleo continuará, pero a un ritmo más pausado, lo que permitiría seguir reduciendo gradualmente la tasa de paro. Se espera que la inmigración mantenga un papel cada vez más estratégico, ayudando a resolver problemas de escasez de mano de obra en sectores específicos y contribuyendo al potencial de crecimiento económico. La inflación, aunque moderada en comparación con episodios recientes, requiere un seguimiento continuo, especialmente en su componente subyacente y en servicios. La evolución de los costes laborales unitarios y los márgenes empresariales serán determinantes para la consolidación de un entorno de estabilidad de precios compatible con ganancias de competitividad.
En definitiva, la economía española mantendrá su diferencial positivo en el contexto europeo, sustentada en la fortaleza del sector servicios, la competitividad exterior y la recuperación del consumo. Sin embargo, la debilidad de la inversión, la heterogeneidad sectorial y las nuevas restricciones al gasto público derivadas de las reglas fiscales europeas plantean desafíos significativos. La capacidad para impulsar la inversión privada, ejecutar eficientemente los fondos europeos y mantener la competitividad, en un contexto de menor impulso fiscal, será determinante para sostener un crecimiento robusto y equilibrado en los próximos años. En este contexto, la economía andaluza se mantiene anclada a los mismos factores cíclicos que los descritos para la economía española, aunque, como es lógico, mostrando elementos diferenciales que merecen un análisis específico de sus perspectivas económicas para el próximo ejercicio.
En primer lugar, es imperativo valorar la evolución de un sector turístico que se perfila como uno de los principales motores de crecimiento para 2024 y que posiblemente, aunque en menor medida, se mantendrá en 2025. En cuanto al sector agrario presenta perspectivas positivas tras las abundantes lluvias registradas durante el otoño de 2024, que han permitido una sustancial mejora en los niveles de los embalses y acuíferos. Esta recuperación de las reservas hídricas beneficiará tanto a los cultivos de secano como a las dotaciones para regadío, anticipando un incremento significativo de la producción agraria para la campaña 2024/2025 que se unirá a la iniciada a finales de 2023.
Por el lado de la demanda, se espera que el consumo privado mantenga su dinamismo, beneficiándose de la anticipada reducción de tipos de interés y la consecuente mejora en las condiciones financieras para los hogares. La inversión podría experimentar un repunte más significativo, impulsada por la materialización de proyectos vinculados a los fondos Next Generation EU y la recuperación gradual del sector de la construcción.
Finalmente, las exportaciones, especialmente las agroalimentarias, dependerán en gran medida de la evolución de los principales socios comerciales, y particularmente de la recuperación de las economías europea y británica y de la producción obtenida tras la mejora de la situación del campo, así como de la industria agroalimentaria.
En cuanto a los principales riesgos, estos incluyen una posible persistencia de las tensiones inflacionarias, una recuperación más lenta de lo esperado en las economías europeas, y la incertidumbre asociada al contexto geopolítico global, a lo que habría que añadir el potencial impacto de un ajuste fiscal y los efectos de la política comercial norteamericana bajo la nueva administración Trump. A nivel interno, serán determinantes la capacidad de ejecución de los fondos europeos y la adaptación del tejido productivo a los retos de digitalización y sostenibilidad.
En consecuencia, el Observatorio Económico de Andalucía estima que la economía andaluza mantendrá un comportamiento diferencial positivo en 2025, con una tasa de crecimiento del 2,4%, moderando el 3% previsto para 2024, pero manteniéndose significativamente por encima de la media europea y en línea con el dinamismo que viene caracterizando a la región.