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«Políticas económicas para un crecimiento inclusivo»

Resúmen de la Conferencia de Ignacio González sobre «Políticas Económicas para un crecimiento inclusivo»

 La desigualdad económica está hoy en el primer plano del debate público, pero no siempre fue así. Antes de la crisis no era una prioridad institucional, ni tampoco formaba parte de la agenda de investigación de los economistas. El consenso era que la desigualdad no era relevante para estudiar el ciclo económico y, con algunas excepciones (Atkinson, Stiglitz, etc), los economistas la consideraban una cuestión de escaso interés empírico y normativo.

Sin embargo, durante los últimos años se ha escrito extensamente sobre la desigual distribución de la riqueza, sobre el estancamiento de los salarios o sobre el impacto desigual que la crisis económica ha tenido en diferentes sectores de la población.  El interés por la desigualdad también ha aumentado a nivel institucional: Agencias internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), publican informes con capítulos dedicados a las tendencias y causas de la desigualdad, y es cada vez más frecuente que líderes internacionales hagan apelaciones a la lucha contra la desigualdad como prioridad política. Entre otros factores, la publicación del libro “El capital en el siglo XXI” del economista francés Thomas Piketty, supuso un punto de inflexión para los economistas.

Para motivar el tema de la charla, el conferenciante mostró varios gráficos de este libro sobre la evolución de la desigualdad personal y factorial de la renta.  Los ingresos y el porcentaje de riqueza de la población más rica (el 0,1 %) ha aumentado considerablemente durante las últimas tres décadas. En Estados Unidos, estas cifras son hoy similares al periodo anterior a la Primera Guerra Mundial. Durante las últimas décadas, también ha habido un desacoplamiento entre salarios y productividad y, como consecuencia, un aumento de las rentas del capital.

El conferenciante estimó que las teorías sobre los motivos de este desigual crecimiento y el aumento de la desigualdad pueden agruparse en dos visiones: la tecnológica/productiva y la institucional. Estas dos visiones están en permanente tensión, tanto en el ámbito académico como en el político. Las implicaciones y las políticas asociadas a una y otra visión son diferentes y en ocasiones pueden tener efectos contrarios.

Según la primera visión, la riqueza es puro capital productivo. Al aumentar el capital productivo, las rentas del trabajo disminuyen porque el capital tiende a desplazar al trabajo, presionando hacia abajo tanto los salarios como la creación de empleo. Los procesos de robotización, automatización y la economía digital son ejemplos de este fenómeno. La desigualdad personal aumenta porque sólo los trabajadores mejor formados pueden beneficiarse de las nuevas formas de capital y tecnología, dando lugar a una creciente polarización. Entre las políticas contra la desigualdad asociadas a esta visión estarían las políticas de gasto de tipo distributivo (por ejemplo, la renta básica), la desconcentración del capital mediante acciones diversas (fondos soberanos públicos que garanticen la participación popular en el capital) y las políticas educativas que eviten la polarización.

La visión institucional entiende que la riqueza ha aumentado, pero no como consecuencia del aumento del capital productivo sino como capitalización de rentas no productivas (rentas de la tierra, rentas de monopolio, del dominio del mercado laboral en detrimento del poder de los trabajadores, rentas financieras…). Bajo esta visión, el capital productivo no desplaza al trabajo. Al contrario, es la riqueza no productiva quien presiona las rentas del trabajo hacia abajo y además producen estancamiento de la economía. La ralentización de la inversión y la productividad ha afectado a los ingresos de los trabajadores, mientras que el crecimiento del valor del capital no productivo sólo ha favorecido a los propietarios de tierra y capital financiero, generando un crecimiento de la desigualdad que se percibe en el conjunto de la sociedad. Las políticas contra la desigualdad asociadas a esta visión serían el aumento de los impuestos sobre las rentas no productivas, las políticas que favorezcan la competencia y eviten rentas de monopolios en los mercados de bienes y servicios así como la extracción de rentas en el sistema financiero, y el refuerzo de los sistemas de protección de los trabajadores, incluyendo la subida del salario mínimo, y la acción institucional de los sindicatos.

El conferenciante entiende que muchos de los esfuerzos académicos y discursos institucionales contra la desigualdad asumen como correcta la primera visión, sin embargo muchos datos (de productividad, inversión o beneficios) son más acordes a la segunda. En ese momento, la charla dio lugar a una conversación sobre los efectos de diferentes políticas, el patrón de crecimiento de España, y si la realidad española de las últimas décadas se corresponde más con una realidad o con otra. La conclusión es que el diseño de políticas contra la desigualdad debe tener en cuenta ambas visiones. El aumento de la desigualdad es un fenómeno complejo que no tiene una causa única. Pero para tener un crecimiento más inclusivo a la par que eficiente, que garantice la sostenibilidad económica del estado de bienestar, debemos no olvidar la importancia del diseño de políticas más cercanas a la segunda visión, especialmente en los campos de la política fiscal y de competencia.