ELIMINAR BARRERAS AL LIBRE COMERCIO ES AVANZAR EN EL CAMINO ADECUADO, AUNQUE ALGUNAS ACTIVIDADES PUEDAN VERSE PERJUDICADAS
+ El Observatorio Económico de Andalucía analizó el estado de la negociación para el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones entre la UE y los Estados Unidos
El pasado 8 de junio se celebró una sesión del OEA donde Rafael Salgueiro, profesor de la Universidad de Sevilla dio una ponencia sobre el Acuerdo Comercial y de Inversiones UE-EEUU.
El Observatorio Económico de Andalucía considera que, de entrada, la eliminación de barreras al libre comercio internacional es avanzar en el camino adecuado, un paso más en el proceso de globalización económica que vive el mundo actual, si bien pueden encontrarse actividades y sectores productivos perjudicados en función de su mayor o menor capacidad para competir en los mercados abiertos. La alternativa no puede ser encerrarnos en nuestro entorno, sino adecuarnos a los nuevos escenarios, puesto que, en estos momentos, son varios los acuerdos en negociación en diferentes y amplias áreas geográficas, cuyas consecuencias en conjunto favorecerán cambios profundos de las economías locales.
Estas reflexiones surgieron en la sesión que el O.E.A. dedicó al análisis del estado de la negociación para el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones (ATCI o TTIP por sus siglas en inglés) entre la Unión Europea y los Estados Unidos. El acuerdo comenzó a negociarse formalmente en febrero de 2013, tras recibir la Comisión Europea un mandato en ese sentido del Consejo Europeo, el cónclave de los presidentes de los gobiernos de los países miembros de la UE.
Los obstáculos principales para los avances en la negociación se han detectado en las barreras técnicas y las diferencias de regulación entre las dos mayores áreas económicas del mundo. El ámbito no comercial, el de las inversiones de las empresas de un área en la otra, también se configura como una cuestión espinosa en las negociaciones.
La base ideológica para las dificultades a los avances (e incluso para las críticas que, en Europa, se hacen a lo que se conoce del estado de las negociaciones) son las diferentes filosofías económicas con que se encaran cuestiones como la seguridad alimentaria, las regulaciones de los mercados de trabajo, la normativa medioambiental, las protecciones a industrias concretas sensibles (las culturales, por ejemplo) y la actividad económica en su conjunto, más reglamentista en el caso de la UE y de carácter más liberal en los EEUU.
La situación de partida en los intercambios comerciales entre la UE y los EEUU es que la primera tiene una balanza positiva en unos 120.000 millones de dólares, al tiempo que un informe de un centro de estudio radicado en Londres estima que la eliminación de barreras entre ambas áreas podría conllevar un crecimiento de las exportaciones europeas en un 28% (unos 187.000 millones de euros) y del PIB del conjunto de la UE en unos 119.000 millones de euros (el de España es, aproximadamente, de 1 billón).
Las críticas que se han vertido contra la negociación del acuerdo se refieren a la pérdida de derechos laborales que se produciría en Europa, toda vez que los Estados Unidos no han suscrito más que dos de los grandes acuerdos de la Organización Internacional del Trabajo y sus empresas podrían hacer dumping social respecto de las europeas; al olvido de la precaución en standares técnicos y normativa industrial, a la posible privatización de servicios públicos, al riesgo de rebajas salariales en las empresas, extendiéndose a las posibles consecuencias de la extensión de la firma de acuerdos de ese tipo. En general, como se ve, es una crítica a las consecuencias de una economía más homogénea en todo el mundo y a la posible pérdida del status de área más equitativa en la distribución de los beneficios del libre comercio entre los diferentes estratos sociales que la Unión Europea tiene en el escenario mundial. Estas críticas han sido respondidas por la Comisión Europea en el sentido general de que el ATCI no supondrá modificaciones de las normativas de la UE ni de las propias de los países miembros.
Igualmente, en el área de las inversiones de empresas de un área en la otra se establece un mecanismo de seguridad para las inversiones que es criticado porque favorecería a las grandes empresas estadounidenses; la CE afirma que ese mecanismo ya está introducido en otros acuerdos parciales y que sería igualmente beneficioso para las inversoras europeas en los USA.
En el debate posterior, hubo intervenciones donde se puso de manifiesto que el ATCI supone avanzar en la pérdida de soberanía de los Estados de la UE en materia de política económica, algo que no debe ser considerado como negativo o positivo sino como una consecuencia de la mayor integración que se está dando en el planeta en el ámbito económico, lo que se evidencia con las negociaciones abiertas con China y con otros países del Pacífico asiático. También se dijo que la negociación está abierta, que la aprobación mañana miércoles de unas recomendaciones por parte del Parlamento Europeo debe ser una señal de garantía de defensa de los intereses propios y que la aprobación del acuerdo tendrá como actores a la Comisión y el Parlamento europeos y los propios de los países miembro.
Como toda negociación, el acuerdo definitivo tendrá consecuencias favorables para unas actividades y desfavorables para otras, previsiblemente para las más competitivas en el primer caso, y que los sectores perjudicados lo hubieran sido a un plazo más mediano que largo ante la competencia que llega de otras economías mundiales, más activas e innovadoras que la europea.