RESUMEN DE LA CONFERENCIA DE JAVIER BREY SOBRE “EL HIDRÓGENO. UNA PIEZA CLAVE EN LA ESTRATEGIA ENERGÉTICA”
Aunque la idea de usar el hidrógeno como vector energético no es nueva, los últimos avances tecnológicos lo han acercado enormemente a la realidad. En síntesis, el proceso parte de separar el agua en sus dos componentes (hidrógeno y oxígeno) mediante electricidad y almacenar el hidrógeno para su uso posterior; este uso puede ser como combustible en motores o empleando las denominadas “pilas de combustible” que combinan hidrógeno y oxígeno para producir agua y electricidad sin emisiones perjudiciales para el medio ambiente; esto permite emplear el hidrógeno como una manera de almacenar y distribuir la energía.
Todo este proceso ha llegado a ser económicamente viable gracias al abaratamiento de la energía renovable en los últimos tiempos, aunque aún no están plenamente implantados en muchos países, pero hacerlo es un elemento importante para la diversificación de las fuentes energéticas de un territorio y para conseguir su independencia energético respecto a otros.
Al ser el hidrógeno un elemento que se encuentra muy ampliamente en la naturaleza, desarrollar una tecnología que haga factible estos procesos en forma competitiva con los que tienen las otras fuentes supone, por un lado, contar con un recurso inagotable y por el otro, hacer que su disponibilidad está abierta a muchos actores y países, lo que significa una revolución en relación con los combustibles más usuales en este momento. De ahí que algunos países (Alemania o Japón, por ejemplo) estén apostando por el hidrógeno como fuente que les permita reducir su dependencia de las importaciones de fuentes primarias de energía. En otros, como Estados Unidos, la motivación viene de su natural tendencia a la búsqueda de la diversificación de recursos y a la capacidad de este uso en la reducción de la polución de las ciudades.
Los usos del hidrógeno pueden ser industriales (como parte de un proceso), en el transporte (como un combustible alternativo a los actuales) y almacenado y usado como recurso primario para la generación de electricidad o, incluso, empleado como una alternativa al gas natural.
Como combustible alternativo, tiene importancia el hecho de que la empresa japonesa Toyota, entre otras, haya decidido apostar por los vehículos que usan el hidrógeno; este vehículo es, prácticamente, igual que otro eléctrico pero con una pila de combustible alimentada con hidrógeno en vez de una batería.
El vehículo eléctrico con pila de combustible e hidrógeno aúna las ventajas de los vehículos eléctricos de baterías (nulas emisiones tanto ambientales como acústicas e independencia energética) con las ventajas de los vehículos convencionales de gasolina o diesel (tiempo de recarga de cinco minutos y autonomía de entre 500 y 700 kilómetros), lo que lo hace idóneo como vehículo “de emisiones cero” alternativo a los actuales.
Hay que tener en cuenta, por otro lado, que la actual situación de contaminación medioambiental y las actuaciones para prevenir el cambio climático van a acelerar la decisión de algunos países de prohibir el coche convencional, por lo que algunos países están estableciendo redes de infraestructuras tanto de repostaje de vehículos eléctricos como de hidrógeno; en el caso del hidrógeno, y por lo que respecta a España, se han montado ya estaciones en Sevilla, Puertollano (Ciudad Real), Huesca, Zaragoza y Albacete, aunque no están abiertas de momento al público, dado que aún no existen vehículos.
Por otro lado, es factible el almacenamiento en forma de hidrógeno de los “picos” de energías renovables, lo que permitiría su uso de otras formas y su transporte mediante la utilización de la actual red de gas natural, con algunas modificaciones, o bien, previamente convertido en metano sintético. En su uso como combustible es más seguro que la gasolina, ya que, en caso de accidente, al romperse el tanque de hidrógeno y ser éste más ligero que el aire, escapa hacia la atmosfera; en cuanto a su propia combustión, tiene las mismas características que cualquier otro gas, como el natural. En definitiva, el uso del hidrógeno puede ser contemplado como un vector más en la política energética de un país.