David Ucles
21/10/2014
El Economista
La semana pasada Apple presentó sus nuevos iPads. Como siempre «los más mejores del mundo mundial». Y, casi como siempre, con bastante razón. Pero en esta ocasión lo que más me ha llamado la atención ha sido un nuevo concepto de pago. Es bastante sintomático que, en sus dos últimos eventos, esta multinacional de la tecnología nos presente «productos» vinculados con los pagos. Junto con el AppleWatch (el esperadísimo reloj inteligente), nos presentó una implementación para pagar con el móvil: el Apple pay. Muy sencilla y con una alta apariencia de seguridad. Pagas con tu tarjeta de crédito a través del móvil (o la tablet, o el reloj) y «firmas» con tu huella digital. Para esta aventura ha buscado como socios a las empresas de tarjetas de crédito, las que más saben del tema. En realidad, desde que salió el iPhone 5 con el lector de huellas, era un paso más que lógico. Apple quiere convertir nuestro móvil en la nueva tarjeta de crédito, en un nuevo medio de pago ágil y sencillo. Seguro que los demás fabricantes copiarán en breve el sistema.
Pero el movimiento de la semana pasada es más extraño y, a mi juicio, tiene un potencial transformador de la realidad mucho más poderoso. A priori parece muy simple, una SIM propiedad de los de Cupertino, inserta en el dispositivo de fábrica, desde la que el cliente puede elegir la operadora de su gusto… De primeras solo funcionará en EEUU y Reino Unido, pero es cuestión de tiempo que se extienda por el resto de sus mercados. Puede parecer una simpleza, pero como señala Enrique Dans, cambia el protagonista del mercado. Este movimiento, si triunfara, podría suponer una profunda transformación del mercado. ¿Se imagina que ocurriría si en lugar de tener que ir de web en web o de tienda en tienda buscando operadora pudiera acogerse en el momento a la mejor oferta competitiva que apareciese en su terminal? ¿Y cuando al cambiar de país solo tuviera que elegir una oferta de operadora local y olvidarse de desconectar los datos móviles o de pagar una burrada por un roaming que sólo beneficia a día de hoy a las operadoras y que rompe de facto nuestro mercado único europeo?
Visto este movimiento con una mayor amplitud, no deja de ser una nueva vuelta de tuerca en el proceso de concentración de mercado en los propietarios del canal minorista. Apple entiende que sus terminales son, en realidad puntos de venta a través de los cuales los clientes acceden a un mundo de ofertas variadas. Exactamente igual que un Carrefour o Alcampo de turno. La esencia es la misma. A la larga, las operadoras se convertirían en meras suministradoras de productos indiferenciados y se verían obligadas a competir en precio puro y duro.
Imagino que se resistirán todo lo que puedan, seguramente volverán a aparecer ofertas vinculadas a terminales «cautivas». Pero, si el movimiento de los americanos tiene éxito, habrá mucha operadora de bajo coste que esté deseando entrar a ese goloso canal, obligando al resto a reducir sus precios. ¿No les suena esto similar a lo de las marcas del distribuidor? A mí, sí… Y mucho.