Francisco J. Ferraro
Diario de Sevilla
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El presupuesto anual de cualquier gobierno es un ejercicio en el que se aplican ingresos y gastos a un proyecto estratégico de política económica. En nuestro caso carecemos de proyecto estratégico o, al menos, no está explicitado, por lo que el proyecto de presupuesto es la resultante de un ejercicio de equilibrio interno en el gobierno andaluz en el que lo determinante es la situación presupuestaria de partida.
Todos sabemos que el mundo postcrisis será diferente al anterior, más global, abierto y competitivo, también sabemos que tenemos por delante años de muy escaso crecimiento del PIB y del empleo, y que los ingresos públicos no aumentarán; en consecuencia, hay una nueva realidad que exige un enfoque estratégico nuevo a la política económica y al presupuesto. Por ello, no es comprensible que se mantengan las mismas políticas, los mismos instrumentos, los mismos planes de choque, o las mismas instituciones que en el pasado. Máxime cuando reconocemos que algunas políticas del pasado no fueron adecuadas, o cuando coincidimos en la necesidad de alumbrar un «nuevo modelo productivo». La política exige la toma de decisiones, y si estamos ante un nuevo escenario y tenemos restricciones financieras habrá que dar prioridad a ciertos programas en detrimento de otros, habrá que prescindir de ciertas instituciones que no afectan esencialmente a la calidad de vida de los andaluces ni al desarrollo económico de la región, y también deberíamos prescindir de empleo redundante para poder incentivar a los empleados públicos más competentes en lugar de empobrecerlos a todos por igual.
Entrando en algunos contenidos concretos del proyecto de presupuesto, debo comenzar por halagar la prudencia en la previsión del escenario macroeconómico con un crecimiento del 0,3% del PIB para 2014, cifra inferior a la prevista por algunos analistas económicos, e inferior también a la recogida en los Presupuestos Generales del Estado para España. La previsión de débil crecimiento del PIB no es sin embargo muy coherente con el aumento de la recaudación de los impuestos directos (2,3%) e indirectos (3,4%), que suponen el 44,4% de los ingresos presupuestarios. Por el lado de los ingresos es cuando menos confuso anunciar en la sexta diapositiva de la presentación una diminución de 376 millones de euros, cuando en la diapositiva 33 (clasificación económica de los gastos) los gastos financieros aumentan un 7,5% (1.139,7 millones de euros).
Por el lado de los gastos la lectura del documento nos invoca a la magia presupuestaria, pues, a pesar de reducirse el montante de gasto en un 3,5%, las cuentas públicas contribuirán a fortalecer la recuperación económica, a la creación de empleo, «al tiempo que blindan las políticas sociales para garantizar el mantenimiento del Estado del bienestar, sin exclusiones». Para ello, la política de empleo aumenta un 2,8%, la formación profesional para el empleo un 3,8%, el programa de inclusión social un 15,7%, el programa de incentivación agroindustrial un 3,5%, el programa de vivienda, rehabilitación y suelo un 11,2%, el turístico un 10,7% y el de comercio un 11,5%. Igualmente, aumenta el ingreso mínimo de solidaridad, el complemento autonómico de pensiones, y se mantienen políticas como las de gratuidad de los libros de texto (suprimida en el resto de Comunidades Autónomas) o el mantenimiento las tasas universitarias (frente a las subidas en la mayor parte de las CCAA). Es de suponer que cuando conozcamos los detalles de otras partidas presupuestarias comprenderemos las reducciones que permiten publicitar comportamientos expansivos como los citados para que el volumen de gasto cuadre con la reducción del 3,5%. Lo que si conocemos es que se reducen los gastos corrientes de todas las consejerías en un 6,1%, lo que debe ser reconocido, y las inversiones reales (12,2%) y las transferencias de capital (13,3%), lo que no son buenas noticias hacia el futuro.
En cualquier caso, lo presentado ayer es un proyecto de presupuesto, que si las diferencias políticas de los socios del gobierno no lo impiden, se convertirán en presupuesto para 2014, pero otra cosa puede ser el presupuesto que se ejecute, porque en estos años de crisis las restricciones de ingresos también se combaten con la minoración de la ejecución y con la demora en el pago a proveedores.