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Salir de la crisis: los desafíos de la competitividad» por D. Francisco Pérez

franciscoPerezEl desarrollo de su exposición siguió las siquientes líneas:

  • La situación actual y sus causas, internas e internacionales
  • El patrón de crecimiento español y la debilidad competitiva de nuestra economía
  • Recuperar el crecimiento: escenarios de superación de la crisis
  • Las reformas, sus costes y sus beneficios: por qué merece la pena tomarse la medicina

 

[h4]Salir de la crisis, los desafíos de la competitividad[/h4]

Francisco Pérez comenzó su intervención haciendo referencia a la “polisemia” de la palabra competitividad, usada en numerosas ocasiones para explicar diferentes informaciones, desde la productividad hasta las cuotas de comercio internacional.

A renglón seguido explicó que la crisis a nivel global ha sido de corta duración, y que la salida de la misma ha estado protagonizada por los denominados países emergentes. Esto se debe a la coincidencia en el tiempo de una diversidad de factores: a) los cambios tecnológicos, sobre todo en el terreno de las tecnologías de la información; b) el avance de la globalización e integraciones regionales y la eliminación consiguiente de las barreras a los bienes y a los capitales internacionales, y c) las economías emergentes, países que han sabido aprovechar el resto de los factores y que gracias a su dimensión y a la activación de sus recursos han sido capaces de comenzar a jugar un papel protagonista en la economía mundial.
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Como datos explicativos de la gran transformación acaecida en la economía mundial, Pérez comentó que en los últimos 20 años, EEUU y Europa han perdido 20 puntos porcentuales de participación en el PIB mundial. O, como caso paradigmático de economía emergente, la conversión de China en el primer exportador mundial en apenas 20 años. Al mismo tiempo, los equilibrios de las Balanzas por cuenta corriente internacionales se han modificado, de forma que los grandes déficit se han concentrado en EEUU y otras economías desarrolladas, al tiempo que en el campo del superávit se sumaban a los tradicionales Alemania y Japón otras economías como China, Asia en desarrollo y los miembros de la OPEP.

[h4]El patrón de crecimiento español y su debilidad competitiva[/h4]

En este entorno, España se comporta de forma paradójica, ya que mantiene un excelente comportamiento exportador con un déficit comercial creciente. La respuesta es la existencia de una economía dual, en la que conviven unas empresas que son capaces de competir a gran nivel en los mercados internacionales, con un sistema productivo que no es competitivo ni en el exterior ni en el interior de las fronteras nacionales.

La “solución” a esa paradoja ha provenido de la capacidad de la economía española para atraer capitales extranjeros durante la última década. Sin embargo, ahora nos encontramos en una crisis particularmente grave por la “mochila de desequilibrios” que se habían acumulado durante la fase de crecimiento anterior. Entre estos desequilibrios, Pérez mencionó los siguientes:

  • Un exceso de endeudamiento para sostener un proceso de hiperinversión que desembocó en la crisis bancaria y restricciones de crédito, que ahora se extiende al sector público como una crisis de deuda;
  • La falta de competitividad en una parte importante de nuestra economía que limita la capacidad de aprovechar los impulsos de la demanda externa en un momento en el que la demanda externa está colapsada;
  • El exceso de capacidad instalada producto del exceso de inversión, que ha puesto de manifiesto que esa era la razón de nuestra pérdida de productividad en los años de expansión, y que ahora se agrava con la caída de la demanda;
  • Como colofón, la inversión se desploma, y con ella, el empleo y la recaudación fiscal, provocando un ahondamiento en la crisis.

[h4]Nivel de endeudamiento frente al PIB[/h4]

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A medida que el sector privado comienza a desendeudarse, la aparición de los déficit fiscales ha disparado el crecimiento de la deuda pública. El conjunto de la deuda total externa española ha alcanzado el 160% del PIB.

En resumen, España no fue capaz de corregir los desequilibrios en la medida que éstos aparecían y ahora nos encontramos con todos ellos golpeando a la vez. Nuestro crecimiento se produjo sin mejoras de productividad, lo que resulta curioso en uno de los períodos de mayor crecimiento de la inversión. Los motivos estaban en la selección de activos poco productivos o directamente improductivos (como el suelo); las características de nuestro mercado de trabajo y nuestro capital humano; un tejido productivo con mucho peso de las microempresas, especializado en actividades poco sofisticadas e insuficiente competencia; y unos incentivos incorrectos en los que la rentabilidad no dependía demasiado de la productividad (burbuja inmobiliaria).

[h4]Las salidas de la crisis[/h4]

Salir de una crisis de endeudamiento es muy complicado, pero hacerlo sin crecimiento es aún más difícil. Los factores externos que, de suceder, facilitarían nuestro desapalancamiento serían:

  • La normalización de los factores financieros;
  • El avance de los ajustes fiscales, pero sin impedir el crecimiento;
  • El acuerdo a nivel europeo de políticas de crecimiento;
  • El aumento de la confianza en España y el subsiguiente aumento del período de desapalancamiento.

Para propiciar estos escenarios favorables en el exterior, podemos llevar a cabo acciones que mejoren la confianza general en España, como profundizar en las reformas laboral, financiera y del sector público.

Sin embargo, a medio plazo el reto pasa por la empresa: nuestro tejido productivo debe hacerse más competitivo, mejorando en dimensión, mayor profesionalización de la gestión, mayor internacionalización, costes salariales ligados a la productividad, una especialización productiva más intensiva en conocimiento.

A este respecto, Francisco Pérez dejó claro que el conocimiento no garantiza el crecimiento. “El conocimiento contribuye al crecimiento cuando añade valor a la producción”.

Finalmente, para recuperar el crecimiento duradero Francisco Pérez hizo referencia a las reformas necesarias para garantizar el crecimiento a largo plazo: el saneamiento del sistema financiero y la mejora de la eficiencia del sector público. Lo primero pasaría por eliminar las dudas sobre la solvencia, reestructurar y profesionalizar la gestión, así como apostar por las actividades productivas. Lo segundo implica un sector público menos tolerante a las ineficiencias, que evalúe más rigurosamente las inversiones, más profesionalizado y transparente (y que evalúe las políticas llevadas a cabo).

El día 3 de mayo a las 20:00 horas se celebró una nueva sesión del Observatorio que bajo el título «Salir de la crisis: los desafíos de la competitividad» pronunció D. Francisco Pérez, Director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.