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Sesión Virtual » Biotecnología sanitaria: conciliando economía y salud»

SÍNTESIS DE LA EXPOSICIÓN DE ÁNGEL CEBOLLA “BIOTECNOLOGÍA SANITARIA: CONCILIANDO ECONOMÍA Y SALUD”

 La biotecnología o tecnología de la vida es el uso, modificación o creación de sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para obtener productos o servicios específicos. Se puede decir que la humanidad ha utilizado a lo largo de toda su existencia esas técnicas para conseguir sobrevivir, ya que el dominio de los sistemas vivos empezó con el desarrollo de la agricultura y la ganadería, que permitieron hacer predecible y abundante la disponibilidad de alimentos, llegó en el siglo XX a la producción masiva de antibióticos y vacunas, con lo que se controlaron los enemigos más mortíferos del hombre, los virus y las bacterias patógenas, para más adelante adentrarnos en la biotecnología moderna (ingeniería genética, plantas transgénicas, biofármacos…) y nos asoma hoy a la medicina regenerativa, que puede suponer una revolución completa en nuestra historia con la reprogramación de las propias células para sanar enfermedades incurables.

De esa manera, la biotecnología ha estado en la base del crecimiento exponencial que ha experimentado la humanidad sobre todo en los últimos tiempos, ya que en menos de un siglo después de la expansión de vacunas y antibióticos la población mundial se ha multiplicado casi por cuatro.

El desarrollo de la biotecnología como un área de las actividades económicas ha llevado a que existan más de 2 millones de empleos en todo el mundo, de los que el 60% están en los Estados Unidos; se trata de empleos que forman parte de los mejor retribuidos, cerca del doble de la retribución media en el sector privado. Los ingresos de las empresas que se dedican a ella se elevan a 616.000 millones de dólares (todos los datos son de hace unos cinco años).

El área de la salud humana supone las dos terceras partes de los ingresos de las empresas, correspondiendo el resto a tecnologías industriales, salud animal y marina, medio ambiente y naturaleza y agricultura y acuicultura. Dentro de la salud humana, la industria farmacéutica supone un área principal, tanto por su volumen como por su crecimiento, puesto que, si en el año 2012 cinco de los doce fármacos con más volumen de venta en todo el mundo eran biotecnológicos, seis años después el 80% de todos los que se vendían entran dentro de esa definición.

También en España los salarios pagados en el sector son de los mejores que se encuentran, justificándose porque la productividad es tres veces más alta que la media. Pero la maduración de los proyectos es muy elevada, lo que supone una gran exigencia de recursos financieros. De ahí que existan dos modelos de negocio básicos en estas actividades: centrarse en un objetivo y desarrollar todo el proceso hasta conseguir llevar el producto al mercado o, dentro de un segmento determinado, trabajar sobre una tecnología horizontal que pueda ofrecer sus resultados a otras empresas, acortando así el periodo de recuperar la financiación que se hizo en un principio.

Los dos modelos de negocio tienen su base en una investigación académica y de base puntera, tanto en el sector público como en el privado, necesitan que los grupos de investigación que la realizan tengan predisposición hacia la aplicación de los resultados de sus trabajos (para lo cual debe crearse una empresa spin-off que lo desarrolle y lo proteja con una patente u otra modalidad de propiedad industrial) y, sobre todo, disponer de un tejido emprendedor preparado, que sea capaz de asumir riesgos y pueda soportar las necesidades de un proceso largo y costoso, pero también con elevada capacidad para ofrecer beneficios y, al mismo tiempo, dar servicio a la sociedad mediante productos que tengan demanda. Igualmente, es importante que las administraciones asuman la cultura de la colaboración público-privada.

Otra característica relevante de la biotecnología sanitaria es que es el sector de la clasificación nacional de actividades que usa más personal de I+D, más del 15% del total de las plantillas. Pero para hacer que el sector sea importante en una economía no basta simplemente con la inversión en I+D o con tener elevados conocimientos teóricos. La prueba está en que España, que supone entre el 3 y el 4% de las publicaciones en revistas científicas en todo el mundo, no llega al 1% de las patentes que se hacen con los resultados y la aportación en ventas de productos derivados de las patentes baja a porcentajes aún menores.

En el campo de la biotecnología, España es la novena potencia en publicaciones, pero baja al 16º lugar en las que se hacen en anticuerpos recombinantes, que es un área que puede suponer el 25% del sector y que tiene las mayores posibilidades de convertirse en productos comercializables. De esa manera, en el Ranking de Innovación en Biotecnología España se encuentra en el puesto 34º en protección intelectual (si nos referimos en el apoyo a empresas solamente, es el 40º), como consecuencia de que no hemos desarrollado la cultura de colaborar con las empresas en el proceso de llevar la investigación básica a su aplicación para la obtención de productos que sirvan a la sociedad.

En España existen (año 2019) unas 750 empresas de biotecnología sanitaria, de las que solo un centenar son grandes o medianas, pero facturan cerca del 90%; predominan las micropymes, que son el 55% del total, pero solo facturan el 2% porque una gran parte están con una actividad más centrada en la I+D. En Andalucía, por su parte, son 108, que suponen el 14,4% del total de España, pero solo facturan el 4,5%; la facturación media en Andalucía es de 4,4 millones de euros, menos de la tercera parte de la de España, que se eleva a 14,1 millones. Tanto en número de empresas como en facturación, solo están por delante Cataluña y Madrid, pero caemos al décimo puesto entre las comunidades en cuanto a facturación media.

Solo dos de las empresas andaluzas superan los 15 millones de facturación; son Vircell, de Granada, con 21,2 millones y 97 empleados, y Vitro, de Sevilla, con 15,8 millones y 138 empleados. Cinco de las ocho principales han realizado alguna operación de venta total o parcial con alguna multinacional; casi todos los promotores de las empresas son investigadores con doctorados previos a la creación de la empresa. Cinco de ellas han desarrollado productos relacionados con el covid-19, entre ellas Vitro, cuya facturación puede superar este año a los 40 millones de euros.

En relación con las políticas desplegadas contra la pandemia del covid-19, la comparación de España con el país que mejor le ha hecho frente, Corea del Sur, pone de manifiesto nuestra debilidad. El país asiático no ha superado en ningún día los 1.000 contagios y nosotros hemos llegado a los 25.000 en un solo día. A menos de un mes de conocerse el primer caso en Corea el centro de control de enfermedades coreano había traído muestras desde China para pasarlas a 27 empresas que había reunido para que desarrollasen tests de diagnóstico, y a las dos semanas de esa reunión ya se enviaban miles de kits de test a laboratorios, llegando a producir 100.000 por día. El esfuerzo desplegado por empresas como la alemana BioNTech para desarrollar, en alianza con Pfizer, la que puede ser la primera vacuna en ponerse a disposición de los países, ha sido de tal calibre que ha supuesto recortar el tiempo habitual de duración de ese desarrollo de los 8 años a menos de 12 meses. La compra por los países antes de tener el producto y la flexibilización de la regulación farmacéutica ha permitido cofinanciar los desarrollos de varias empresas lo que ha colaborado en la aceleración de los resultados. La colaboración público-privada en la adquisición de tests diagnósticos y de las vacunas ha demostrado el gran potencial en la aceleración del desarrollo de soluciones para solucionar los problemas sanitarios y las consecuencias positivas para minimizar los daños económicos.

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