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Sesión virtual «Las consecuencias económicas del euro digital»

RESUMEN DE LA EXPOSICIÓN DE MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ “LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DEL EURO DIGITAL”

Las dos formas más habituales que tenemos los ciudadanos y las empresas de usar el dinero en estos tiempos y desde hace más de un siglo son el efectivo en billetes o monedas y el pago con cargo a depósitos bancarios establecidos con anterioridad, depósitos que son un activo financiero privado, ya que tanto quiénes los establecen como quiénes los resguardan son agentes particulares. Pero, desde hace poco más de un año, casi todos los bancos centrales del mundo están estudiando la introducción de un dinero público digital, al que de momento se le denomina de manera oficial CBDC por sus siglas en inglés (dinero digital emitido por los bancos centrales en español) y que, para los europeos, puede ser llamado el euro digital. Es el primer paso hacia un cambio transcendental del sistema monetario y bancario.

Para los ciudadanos y las empresas actuales, el dinero mantenido en las entidades financieras, aunque se le llama depósito, es en realidad una inversión (la que hace el banco con el total de los que tiene) y podría considerarse como una “promesa de devolver dinero”, ya que está sujeto a la eventualidad de que la entidad lo pueda (o no) devolver; para que pueda hacerlo, precisa la garantía del Estado, lo cual puede suponer para éste un elevado coste y para el conjunto del sistema monetario una falta de estabilidad y el sometimiento a una fuerte regulación estatal para que la garantía dada a las entidades no se convierta en fuente de problemas. También son posibles problemas del sistema actual la inestabilidad macroeconómica derivada de que la política monetaria no es directa y, por tanto, puede ser ineficiente, así como la falta de competencia e innovación entre las entidades bancarias.

Todo ello deriva de la prohibición actual para que los ciudadanos puedan tener cuentas corrientes en los bancos centrales. Si esa prohibición se levanta y se facilitan los pagos con los medios tecnológicos que actualmente ya existen (el ordenador, el teléfono móvil), el sistema monetario entraría en una fase de mayor estabilidad, ya que el depósito en los bancos centrales haría desaparecer los problemas de solvencia y de liquidez, la política monetaria sería más eficiente y tendría que aumentar la competencia y la innovación en las entidades bancarias si quieren continuar con su actividad, ya que ellas serían las que recibirían el impacto negativo de la pérdida de los depósitos, porque nadie querría tener dinero en entidades no seguras pudiendo tenerlo en el seguro banco central; de la misma manera, nadie querría ser accionista de una entidad bancaria. De ahí que el principal problema de la introducción del dinero digital (o de la apertura de la posibilidad de que ciudadanos y empresas tengan cuentas corrientes en los bancos centrales y los pagos se hagan a través de los medios digitales) sea cómo hacerlo para permitir que los bancos actuales tengan la posibilidad de transformarse para encontrar su nicho de actividad en el nuevo modelo, mediante la introducción de nuevos sistemas de pago entre agentes económicos.

Actualmente, los bancos centrales están estudiando en profundidad todos los problemas que generaría esa transformación y las necesidades que se plantean para hacerla en muy diferentes ámbitos: tecnologías de registro, ciberseguridad, costes, rapidez en la ejecución, inclusión, privacidad, uso de datos, papel del Estado y de las empresas privadas, la identidad digital, la interoperatividad, los cambios legales a realizar… De momento, el proceso de estudios está en el ámbito de los bancos centrales, pero deberá pasar más tarde a la ciudadanía en general y, finalmente, ser sometido a la aprobación por parte de los Parlamentos de los países o entidades territoriales superiores que implanten esa innovación. Todo ello, con la premisa de que la primera fase para el cambio de sistema sería una introducción limitada, cuyo proceso también debe ser estudiado. No obstante, es sabido que hay países que van más avanzados que otros y que algunos, como China, han establecido plazos con cierta precisión.

Otras cuestiones que se estudian es si habrá que ayudar a las entidades bancarias a transformarse, en qué medida y de qué forma, si se liberalizan los sistemas de pago en algunos sectores determinados (telecomunicaciones, transporte aéreo, comercio internacional…), presentándose como incógnita a despejar en los estudios si el nuevo modelo supone una transición espontánea hacia un sistema final de economía de mercado sin limitaciones ni protecciones.

En cuanto a la actual Unión Europea, el euro digital permitirá culminar el proyecto de “unión monetaria” que aún no existe totalmente, ya que solo lo es en términos de dinero efectivo, pero no de depósitos, que no solo son ahora privados sino también particulares de cada Estado; ello supondría que tras su introducción se terminarían no solo las crisis bancarias sino también las de la moneda común, el euro.

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