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Sesión Virtual «El mito de la desglobalización»

RESUMEN DE LA INTERVENCIóN DE JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ SERRANO EN LA SESIÓN “EL MITO DE LAS DESGLOBALIZACIÓN”

Se entiende por globalización la creciente interdependencia entre los países ocasionada por el aumento de los intercambios de bienes y servicios, inversiones, tecnologías, personas, información e ideas, todo ello impulsado por los avances tecnológicos, las políticas liberalizadoras y la estabilidad política. Desde el inicio del siglo XIX, se han dado dos olas de aumento de la globalización, la primera a lo largo de él y la segunda a partir de los años 50 del siglo XX; en medio, una primera ola de desglobalización que causó las dos guerras mundiales.

En la segunda oleada, el valor de las exportaciones subió desde el 5% del PIB mundial hasta el 30%, las inversiones externas desde el 5% hasta el 40% (y en este caso, solo a partir de los años 80) y la migración de personas desde el 2% de la población mundial hasta el 3,5%.

La Covid -19 impacta en la economía mundial tras la crisis financiera de 2008, en la que se proponen medidas populistas que tienden al aislacionismo y al proteccionismo comercial y a la renacionalización de producciones, ocasionando conflictos como el Brexit o la guerra comercial entre China y los Estados Unidos; las restricciones ante la pandemia dan lugar a la caída de los intercambios comerciales y a la interrupción de suministros en algunas cadenas de producción.

Ante todo ello, hay que responder a dos preguntas: ¿Cuál habría sido el coste de una menor globalización? Si hubiese habido menos interrelaciones comerciales y productivas entre los países ¿habría sido menor?

No hay ninguna evidencia de que una menor globalización hubiese tenido efectos más beneficiosos. Y es evidente que construir unas nuevas cadenas de producción lleva mucho tiempo y esfuerzos y tiene un coste muy elevado, por los ajustes en los sistemas de producción. Las políticas que se han impulsado en algunos países no reducen los riesgos de las cadenas globales de valor, pero sí producen efectos negativos en el aumento de los costes de producción, socavando con ello la competitividad de las empresas y el crecimiento a largo plazo.

Puede servir de ejemplo la creación de las vacunas contra la covid: China compartió con la Organización Mundial de la Salud la secuencia genética del coronavirus en enero de 2020, a finales de febrero, Moderna ya había conseguido su vacuna y en abril otras empresas farmacéuticas las suyas. Sin las reglas que favorecen los intercambios comerciales internacionales la producción masiva de las mismas no hubiera sido posible, puesto que hay que tener en cuenta que, por ejemplo, para la vacuna de Pfizer se utilizan 280 materiales distintos producidos en 19 países.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que los productos de las cadenas globales de valor (que pasaron a ser del 37% del total del comercio internacional al 50% en los últimas décadas) y los mercados abiertos han propiciado el crecimiento de la producción en los países en vías de desarrollo, que han incrementado el peso de sus exportaciones al 30% (el doble) sobre el total de las mundiales y han reducido sus niveles de pobreza del 36% al 9% de sus poblaciones. Asimismo, algunos estudios han concluido que los países que liberalizan sus economías crecen entre el 1 y el 1,5% más que los que no lo hacen.

Igualmente, la caída de los intercambios internacionales como consecuencia de la crisis sanitaria ha afectado a no más de un par de trimestres y la recuperación se ha producido con tal fortaleza que ya se ha superado el nivel anterior a la pandemia. Cierto que hay otros elementos de los avances tecnológicos, como la robotización, que sí tienen efectos negativos inmediatos sobre el empleo, por ejemplo, pero éstos se producirían independientemente de la evolución que tuviera la globalización y también lo es que, en el medio plazo, tiene también otros efectos positivos. También es cierto que en algunos segmentos de la población se produce un efecto negativo, como el incremento de las desigualdades, pero también este efecto tiene otras causas que deben ser combatidas de otra forma.

En definitiva, la globalización no se va a detener; en todo caso, puede darse una mayor o menor ralentización, como ha ocurrido en otros momentos históricos. Y también es verdad que el actual nivel de interrelación de las economías mundiales ni es excesivo ni tiene efectos negativos, como puede verse con la reducción a nivel mundial de la pobreza, especialmente, en los países que han sido menos ricos en las pasadas décadas. Para luchar contra cualquier shock o desastre natural que se pueda dar y para garantizar la prosperidad mundial, el comercio internacional debe crecer, no disminuir.

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