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Andalucía divergente

Francisco J. Ferraro
Diario de Sevilla
Pag 28 y 29
Las publicaciones en las dos últimas semanas de la Contabilidad Regional de Andalucía y España por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) ofrecen una base estadística actualizada para analizar el comportamiento de la economía andaluza y sus tendencias. El IECA abría su nota de prensa informando de que la economía andaluza decreció un 2,6% en el cuarto trimestre de 2012 respecto al año anterior. Una contracción contundente en el tramo final del año, que eleva a dieciocho trimestres seguidos de reducción del PIB, y que cuantifica la percepción ciudadana de deterioro continuado del nivel de vida. En cuanto al comportamiento en el conjunto del año 2012 ambas institutos de estadística vienen a coincidir que la economía andaluza se contrajo un 1,7%.

Como puede observarse en el gráfico 1, la evolución de la economía andaluza en los últimos doce años ha sido semejante al conjunto de España, aunque la economía española conoció cinco trimestres de ligera recuperación entre 2010 y 2011, para recaer en la recesión al final de este último año. En el gráfico también se puede visualizar lo que parece ser un comportamiento reiterado en la historia reciente: en periodos de expansión Andalucía crece algo más intensamente que el conjunto de España, mientras que padece más gravemente las fases bajas del ciclo.

Según el análisis económico y la experiencia histórica, los países y regiones que están integrados en un espacio de mayor desarrollo tienden a converger a medio plazo porque aprovechan ventajas tecnológicas, de mercados, financieras, institucionales,… y tienen menores costes de mano de obra y recursos naturales. Pero esta tendencia a la convergencia de las regiones más atrasadas está condicionada a la capacidad social de la región para aprovechar las ventajas de la integración, incorporando tecnologías y otros factores, y a la existencia de un entorno macroeconómico y político que favorezca la inversión y el cambio estructural.

En el caso de Andalucía, además de las ventajas potenciales de estar integrada en espacios más desarrollados (España y la Unión Europea), también se ha beneficiado de los flujos financieros, tanto de los mecanismos fiscales de redistribución territorial de la renta en España, como de la recepción de fondos europeos. Por ello, la convergencia era lo esperable. Y así ha sido en la última fase expansiva, pues entre 1999 y 2005 Andalucía pasó de representar el 72,6% del PIB per cápita de España al 77,7%, lo que propició el optimismo y que algunos próceres locales calificase a Andalucía como «la locomotora de Europa», aunque seguíamos manteniendo la penúltima posición entre las comunidades autónomas en PIB por habitante. Sin embargo, esa convergencia se ha esfumado en los años de crisis, cuando hemos pasado a representar sólo el 74,5% del PIB per cápita medio español, una tasa incluso inferior a la de partida del proceso autonómico.

Por tanto, volvemos a estar en los niveles de participación de mitad de la década de los noventa, cuando aún se percibía la resaca de la crisis de principios de la década. Y es que el impacto de la crisis está siendo más grave en Andalucía que las restantes comunidades autónomas españolas, a excepción de la Comunidad Valenciana, Asturias y Castilla La Mancha, que han sufrido una contracción del PIB per cápita aún mayor. Un impacto, que no sólo afecta a la reducción del PIB por habitante, sino que otras variables económicas significativas, como el volumen de empleo y el número de empresas, también han conocido un impacto de la crisis mayor que la media española (gráfico 3).

En un momento en el que el debate político ha cobrado intensidad y que los ciudadanos están ofuscados por los efectos de la crisis, sorprende que el comportamiento diferencial de Andalucía en estos años no ocupe el centro del debate político regional. Ese análisis puede abordarse desde la perspectiva de la dotación factorial (cantidad y calidad de los recursos naturales, humanos, tecnológicos, de capital e institucional) o analizando el cuadro macroeconómico regional. Dada la reciente publicación del correspondiente a 2012 por el IECA podemos aproximar algunas explicaciones distinguiendo la perspectiva de la demanda y de la oferta.

Desde la perspectiva de la demanda, la contracción del PIB viene determinada por la notable reducción de la demanda regional (-2,8%), compensada parcialmente por el sector exterior. El peso de la demanda regional en Andalucía (109,3% del PIB) es de las ratios más significativas (en España es el 99,0%), pues pone de manifiesto que, a pesar de los años transcurridos desde el inicio de la crisis y el elevado nivel de endeudamiento de la economía andaluza, seguimos gastando un 9,3% por encima del valor de nuestra producción, lo que exige recibir transferencias del resto de España y Europa y/o seguir aumentando nuestro endeudamiento. Este fuerte desequilibrio macroeconómico viene corrigiéndose desde el año 2007, en el que la demanda regional se elevó al 16,8% del PIB, pero lo hace con menor intensidad que en el conjunto de España.

En cuanto al sector exterior, si bien está contribuyendo positivamente a la evolución del PIB por el aumento de las exportaciones y la reducción de las importaciones, el saldo exterior de bienes y servicios sigue siendo negativo por 13.484 millones de euros (el 9,3% del PIB), y la participación de las exportaciones andaluzas en el PIB sigue siendo reducida en relación con otras comunidades más abierta al comercio internacional, por lo que la evolución del PIB depende en mayor medida del mercado regional.

Y en el mercado regional todos los componentes de la demanda tienden a reducirse. Por una parte, su componente principal, el gasto en consumo final de los hogares, que se redujo un 2,4% como efecto combinado del aumento del paro, la disminución de la renta regional, el alto nivel de endeudamiento y las incertidumbres; por otra, el gasto en consumo final de las administraciones públicas y las instituciones sin fines de lucro (básicamente el gasto público de las diferentes administraciones), que sufre una considerable caída (-3,7%) como consecuencia de las obligadas políticas de ajuste. El elevado peso relativo del gasto público en el PIB regional y su aumento en los años de expansión le confirió un papel procíclico hasta 2007, mientras que en los últimos ejercicios la reducción del gasto público viene a acentuar el ciclo recesivo. Por su parte, la inversión, que se viene reduciendo desde el inicio de la crisis, experimentó en 2012 una fuerte contracción, tanto la inversión privada como, más intensamente, la inversión pública, afectando tanto a la inversión en construcción como a la inversión productiva.

Producto interior bruto a precios de mercado y sus componentes, 2012
Andalucía España
Gasto en consumo final regional -2,8 -2,5
   Gasto en consumo final de los hogares regional -2,4 -2,2
   Gasto en consumo final de las AAPP e ISFLSH -3,7
Formación bruta de capital -9,9 -8,7
Demanda regional -4,6
Exportaciones 3,4 3,1
Importaciones -3,2 -5,0
PRODUCTO INTERIOR BRUTO a precios de mercado -1,7 -1,4
Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca -5,9 2,2
Industria -3,0 -2,9
Construcción -8,2 -8,1
Servicios -0,5 -0,4
Impuestos netos sobre los productos -0,4 -0,3
PRODUCTO INTERIOR BRUTO a precios de mercado -1,7 -1,4
Fuente: INE e IECA

 

Desde la perspectiva de la oferta, y como puede comprobarse en el cuadro adjunto, todos los sectores productivos contribuyeron negativamente a la evolución del PIB en 2012. Un año más destaca la fuerte contracción del sector de la construcción, que no llega a tocar fondo por la existencia de un stock de viviendas elevado y por las restricciones hipotecarias, pero, a pesar de la fuerte reducción de la actividad y el empleo desde el máximo de 2007, el peso del sector de la construcción en la economía andaluza sigue siendo superior al que tiene en España y Europa. La industria se vuelve a contraer después de que el año anterior experimentase cierta recuperación, por lo que su participación en el sistema productivo vuelve a reducirse hasta el 11,1% del PIB. La producción agraria también se redujo en 2012, aunque su comportamiento en los años de crisis viene siendo positivo. Finalmente, los servicios, que han resistido algo mejor la crisis otros años, también reducen su actividad de forma significativa por la caída de los servicios públicos, comercio, hostelería, transporte, actividades profesionales e información y comunicaciones.

Después de dieciocho meses de reducción continuada de la actividad económica y con tasas desmesuradas de desempleo, el objetivo prioritario de Andalucía y de las políticas regionales ha de ser la recuperación del crecimiento económico, que es la única forma de generar empleo sostenible y de sostener también los servicios públicos. Por ello, debo reiterar que el debate político fundamental de Andalucía debe ser aquel que, partiendo de las causas de nuestro subdesarrollo relativo y de la ineficacia de las políticas aplicadas hasta el momento, defina e instrumente una nueva política de crecimiento para la región.

Como es conocido, las previsiones oficiales de crecimiento para España en este año son negativas, pudiendo iniciarse una ligera recuperación en el último trimestre o a principios de 2014, pero la posibilidad de que Andalucía se incorpore a esta potencial dinámica es dudosa por la debilidad de su demanda interna. En consecuencia, las posibilidades de crecimiento a corto plazo se encuentran básicamente en el sector exportador. Y para aumentar nuestra exportación lo imprescindible son más y mejores empresas que ofrezcan bienes y servicios competitivos en precios y calidad, lo cual exige, entre otros factores, superar el minifundismo empresarial, pues para operar en mercados globales son necesarias capacidades financieras, comerciales, tecnológicas, etc. no accesibles a la inmensa mayor parte de las empresas andaluzas.

Posibles destacados

La convergencia se ha esfumado en los años de crisis, cuando hemos pasado a representar sólo el 74,5% del PIB per cápita medio español

Sorprende que el peor comportamiento económico de Andalucía que la media española en la crisis no ocupe el centro del debate político regional

A pesar de los años transcurridos desde el inicio de la crisis y el elevado nivel de endeudamiento de la economía andaluza, seguimos gastando un 9,3% por encima del valor de nuestra producción

El crecimiento económico es la única forma de generar empleo sostenible y de sostener también los servicios públicos

El gasto público viene teniendo un comportamiento procíclico, tanto en periodos de expansión como de crisis

Dada la debilidad de la demanda regional, las posibilidades de crecimiento a corto plazo se encuentran en el sector exportador