RESUMEN DE LA CONFERENCIA DE JAIME DOMÍNGUEZ ABASCAL “NECESIDAD DE CAMBIO DEL MODELO PRODUCTIVO ESPAÑOL”
En los últimos 60 años el mundo occidental ha vivido una época de gran progreso, pero con diferencias entre zonas y países. En conjunto, la UE está perdiendo progresivamente posiciones en áreas económicas, industriales, técnicas y científicas y con ello competitividad frente a EEUU y China, que se disputan en este tiempo la primacía mundial.
La Unión Europea ha perdido un 13 % PIB per cápita en relación a EEUU en los últimos 20 años. España, por su parte, se encuentra estancada en PIB per cápita en relación a la media de la UE, manteniendo un 18 % de diferencia negativa, aproximadamente igual que a principios del siglo. En innovación, España ocupa el puesto 29º en 2024, pero somos el 15º país en PIB y el 23º en PIB per cápita. En el seno de la UE, el índicador EIS nos sitúa en el puesto 17º, por debajo del 15º que ocupamos en PIB per cápita, siendo nuestro nivel de mejora inferior a la media.
Nuestras grandes debilidades están en las exportaciones de servicios intensivos en conocimiento, el empleo en empresas innovadoras y en la baja innovación en los procesos y productos en la pymes.
Nuestro modelo productivo tiene un considerable peso del turismo (11,6% del PIB) cuya capacidad para incrementar la productividad de la economía es nula, mientras que la industria, aunque con peso superior, solo supone el 17%. En I+D, la inversión total solo es del 1,5% del PIB, cuando los países con el nivel más elevado llegan al 3,4% (Suecia) y 3,1% (Alemania) y la media de la UE alcanza el 2,27%.
Además, mientras que el sector público tiene un nivel similar a la media europea, el privado acumula un elevado diferencial negativo (el 0,6% sobre el PIB en España frente al 1,56% en la OCDE) y aún así, el sector público se centra en la investigación básica y muy poco en la aplicada, con lo que la inversión pública no sirve de tracción a la que deben hacer las empresas para centrarse en el mercado.
En un tercer escalón de debilidad, de las pocas patentes que se registran solo un tercio son comercializadas y aún hay otro: las grandes empresas y las start-ups tienen pocos investigadores. De esa forma, el tejido empresarial adolece de actividades de bajo valor añadido, exporta pocos productos de alta tecnología (el 5,5% del total), mientras que en la UE es del 16,6%.
La estructura empresarial está excesivamente centrada en las pymes, con el 99% del total de menos de 10 trabajadores y menos de 2 millones de euros de facturación; tienen escasa capacidad para invertir en I+D y son poco competitivas; además, un elevado número de las empresas grandes son multinacionales que no tienen en España su sede central ni sus centros de generación de conocimiento.
En cuanto a la capacitación de la población ocupada, tenemos pocos profesionales en actividades tecnológicas, los jóvenes se sienten poco atraídos por los estudios STEM (ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas) e incluso su número se reduce a lo largo de este siglo. Este problema se ha acrecentado desde la adaptación del Plan Bolonia. Pero, además, el tejido empresarial no parece capacitado para atraer a los egresados, en los que hay una alta tasa de emigración. Y mientras hay una tasa elevada de sobrecualificación en los ingenieros, la
formación profesional de segundo nivel tiene un déficit del 50% en relación a la media europea. Hay también desalineamiento entre la formación y las necesidades de las empresas y no ponemos suficientemente el foco en la formación en excelencia.
El modelo productivo sobre el que está trabajando la propuesta de la Real Academia de Ingeniería parte de la elaboración de un plan industrial concreto, estable, de largo plazo y consensuado entre las principales fuerzas políticas que se alinee con los objetivos europeos, seleccione sectores, se base en capacidades existentes y tenga en cuenta la gobernanza del Estado. Precisa un aumento significativo de la inversión en I+D que se acerque a la exigencia del informe Draghi (3% del PIB), alinee las inversión pública y privada, cree centros y mecanismos de transferencia entre ambos y que haga que la investigación básica se centre en la excelencia. Hacer circular el conocimiento, fortalecer las pymes, ayudarlas a crecer y a trabajar en red, reducir burocracia y cargas fiscales son otras de las acciones que se plantean para cambiar el modelo productivo.
En cuanto al área de la capacitación profesional se necesita hacer atractivos los estudios STEM lo que significa intervenir en la educación primaria, mejorar la formación de los profesores, impulsar la formación profesional dual con mayor implicación de las empresas, implantar estímulos económicos, atender mejor las barreras que perjudican a las pymes, facilitar el paso de la FP a la Universidad, favorecer la excelencia, atraer talento, establecer planes de formación a lo largo de la vida laboral y fomentar el conocimiento de idiomas y el pensamiento digital.
Para todo ello, se precisa actuar con rapidez y decisión, planificar a largo plazo, preparar la fuerza laboral tanto mejorando su calidad como incrementando su cantidad y hacer todo ello en concordancia con la UE.